Cancer

Cáncer de mama: "No imaginaba que me daría a mí"

Como paciente con cáncer de mama, Josemaría Bolio solo veía dos opciones: irse hacia arriba o hacia abajo. Eligió la primera.

Por Mílitza Zúpan
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Cuando a Josemaria Bolio le dijeron que tenía cáncer de mama, pensó en que solo tenía dos opciones: irse para abajo o para arriba, “visualicé escenarios de irme hacia los dos lados y decidí irme hacia arriba. Así lo vi, binario, no vi más opciones”.

Era marzo de 2015 y una señal llevó al mexicano directo a consulta: “Me detecté una bolita que fue visible de un día para otro, era de tamaño considerable, y me fui a revisar inmediatamente con mi médico”. Era un tumor maligno.

El cáncer de mama es una afección común en mujeres, pero los hombres también pueden desarrollarlo: ambos sexos tienen tejido mamario que en los varones no crece porque no producen suficientes hormonas que lo estimulen. La gran mayoría de los tumores masculinos son de origen ductal, según el Instituto Nacional de Cancerología de México (INCAN).

Un bulto o hinchazón en el pecho que no siempre causa dolor y pezones retraídos son posibles señales de la enfermedad, así como hoyuelos o arrugas, enrojecimiento o descamación del pezón o la piel del seno y molestias debajo del brazo o alrededor de la clavícula. Según el INCAN, lo más común es que el diagnóstico se retrase hasta que el cáncer esté avanzado (etapa 3 y 4) porque la mayoría que la enfermedad se puede presentar en hombres.

El caso de Josemaría era muy poco probable, pero pasó. El cáncer de mama masculino representa menos del 1% de los casos registrados, a escala mundial. En México, la tendencia es la misma: los casos reportados equivalen apenas al 0.8% de todos los cánceres de mama, de acuerdo a un informe del Instituto Nacional de Salud Pública.

La prevalencia es más alta con la edad: alcanza un pico entre los 65 y 75 años. Esto se traduce en que la mayoría de los casos se detectan en hombres de 60 a 71 años. Josemaría no solo estaba en ese 0.8% de cáncer de mama masculino, tenía 39 años cuando fue diagnosticado y la probabilidad de desarrollar la enfermedad era más baja aún. “Antes del diagnóstico, sabía que podía dar, pero no me imaginaba me daría a mí”, recuerda.

No se tienen claras las causas de este cáncer en los hombres, aunque sí se han descubierto factores de riesgo importantes, como disfunción gonadal, hiperestrogenismo, obesidad y alcoholismo. También puede influir el uso de estrógenos exógenos para el tratamiento oncológico en pacientes con cáncer de próstata y tener cirrosis hepática. Y se ha determinado que los hombres que por su trabajo están expuestos al petróleo e hidrocarburos aromáticos o que están en la industria del jabón y perfume presentan una mayor frecuencia de la afección.

Josemaría atribuye su caso a los antecedentes: “En mi familia hay más casos de cáncer, y aunque no hay casos cercanos de cáncer de mama, probablemente fue un tema hereditario”. Y posiblemente esté en lo cierto: dice el INCAN que cerca del 20% de los hombres con cáncer de seno tiene un pariente de primer grado con la enfermedad.


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Tras el diagnóstico le extirparon el tumor y un estudio llamado Mama Print mostró que su cáncer era de origen hormonal. Más que el tratamiento o el pronóstico, lo más difícil de llevar era saber que su familia estaba preocupada por él, y “fue justo lo que más me motivó a estar bien para que ellos no se preocuparan”.

Entre mayo y octubre de 2015 tuvo 16 sesiones de quimioterapia en el Centro de Cáncer del Hospital ABC, en Ciudad de México. Bolio es ingeniero industrial, trabaja en una institución bancaria y una de sus grandes pasiones es correr maratones. Ni la enfermedad ni el tratamiento fueron obstáculos para seguir haciéndolo. Él había decidido ir hacia arriba.

“Corrí el maratón de Minneapolis en octubre 2015, entre mis sesiones 13 y 14 de quimioterapia. Mi oncólogo tratante me permitió seguir haciendo ejercicio y al decirle que tenía un maratón no me lo prohibió, solo me dijo que él creía no lo podría terminar por la carga y cansancio de las quimioterapias. Decidí hacerlo, y lo logré, y emocionalmente ha sido mi maratón más especial”, recuerda.

Hoy tiene 42 años y está libre de cáncer. Debe tomar un medicamento todas las noches durante cinco años (ya lleva tres) y hacerse chequeos periódicos que antes eran trimestrales y ahora tocan cada seis meses. Sigue trabajando y sigue corriendo: lleva 13 maratones y piensa seguir participando en dos cada año.

Aunque no es algo que buscó, su caso ha sido reseñado en diversos espacios informativos de su país, como una manera de mostrar a otros que el cáncer de mama existe y que los hombres también pueden estar entre los afectados: “No he buscado estar en los medios, pero estoy muy agradecido de saber que al contar mi historia puedo ayudar a alguien a salir adelante de un proceso similar”.

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