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Azúcar y grasas, enemigos de la memoria

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Por Pan-American Life
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Una alimentación rica en grasas saturadas y azúcar, no sólo contribuye al aumento de peso y al riesgo de desencadenar otros problemas de salud, también dañaría la memoria e impactaría de forma irreversible el rendimiento cognitivo del cerebro, así lo mostró un estudio realizado por la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia (UNSW).



Puntos Clave

  • Científicos experimentaron con ratones a los que sometieron a una dieta rica en azúcar y grasa.
  • Tras seis días y antes de aumentar de peso ya habían perdido memoria espacial.
  • Presentaron inflamación del hipocampo, parte del cerebro implicado en la memoria.


Tras realizar un experimento con ratones a los que sometieron a una dieta de azúcar y grasas, los científicos encontraron que seis días después de iniciarse el experimento los animales tenían una inflamación en la región del hipocampo, la parte del cerebro que está implicada en la formación y almacenamiento en la memoria. Además, presentaron deterioro cognitivo relacionado al reconocimiento que se manifesto en una menor capacidad de darse cuenta cuando un objeto se había trasladado a una nueva ubicación.

“Fue muy interesante notar que nuestros ratones no eran obesos, y estos cambios aparecieron en seis días”, comentó la doctora Margaret Morris, autora principal del estudio y profesora de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNSW. “Sabemos que la obesidad causa inflamación en el cuerpo, pero hasta hace poco tiempo no se sabía que también causa modificaciones en el cerebro”, añadió.

"Lo que es tan sorprendente de esta investigación es la velocidad con la que se produjo el deterioro de la cognición", resaltó Morris. "Nuestros datos preliminares también sugieren que el daño no se revierte cuando las ratas regresan a una dieta saludable, que es muy preocupante". El cambio en la memoria de los roedores se observó antes que el aumento de peso entre los animales.

La investigación fue publicada en la revista Brain, Behavior and Inmunity y fue financiada por el Sistema Nacional de Salud y el Consejo de Investigación Médica.

Cambios en la función cognitiva

Una investigación anterior realizada por científicos del hospital de Brigham y Mujeres de Boston (BWH por sus siglas en inglés), ya había mostrado que comer alimentos que contengan grasas saturadas, no solo era perjudicial para la salud cardíaca, sino que también tenía impacto en la función cognitiva general y la memoria.

Para llegar a dicha conclusión, los investigadores analizaron la función cognitiva de 6,000 mujeres mayores de 65 años durante 4 años. Las voluntarias debían responder tres test de función cognitiva (cognición general, memoria verbal y fluidez verbal). Según los resultados de las pruebas, las participantes que consumieron más cantidades de grasas saturadas (carne roja, mantequilla, entre otros alimentos) mostraron una peor función cognitiva general y una peor memoria en comparación con aquellas que optaban por los productos con grasas monoinsaturadas (entre ellos, el aceite de oliva).


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Grasa en la dieta

El Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI, por sus siglas en inglés), señala que la grasa es un tipo de nutriente y una fuente de energía que ayuda al cuerpo a absorber vitaminas. Además, tiene un papel importante en los niveles de colesterol.

Sin embargo, no todas las grasas son iguales y debería evitar las grasas saturadas como la mantequilla, grasa sólida y grasa de cerdo, las llamadas grasas trans, que se encuentran en las grasas vegetales, ciertas margarinas, galletas saladas y dulces, los bocadillos y otras comidas hechas o fritas con aceites parcialmente hidrogenados.

El NHLBI recomienda reemplazar estas grasas por aceites como el canola, oliva, cártamo y girasol. Consumir demasiada grasa puede contribuir a la obesidad, toda vez que sus calorías se transforman en grasa más fácilmente que los carbohidratos y las proteínas. La grasa puede confundir el apetito de modo que las personas no se dane cuenta cuando está lleno. Algunas grasas también elevan la presión arterial (sanguínea) y su nivel de colesterol total, y pueden aumentar el riesgo de padecer algunos cánceres, enfermedades del corazón y diabetes.

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