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Ocho meses después de haber recibido un corazón artificial de la empresa francesa Carmat, un paciente de 69 años declaró al diario Le Journal du Dimanche que "nunca se sintió tan bien".

“Me he recuperado completamente. Puedo caminar, puedo levantarme y agacharme entre 10 a 15 veces al día sin dificultad”, dijo en la entrevista publicada el domingo 5 de abril.

El hombre, que habló durante dos horas sin perder el aliento -según el diario- dijo que ya puede hacer reparaciones en su hogar y que volvió a realizar algunos ejercicios físicos que antes practicaba, como tiro y ciclismo.

La ciencia sigue de cerca esta noticia porque disponer de corazones artificiales aptos para trasplantes sería un gran avance para salvar las vidas en pacientes que podrían morir si no llega una donación del órgano a tiempo.

El primer trasplante de corazón, desarrollado por la misma empresa, fue recibido por un paciente de 76 años en 2013, pero posteriormente murió por una falla eléctrica en los circuitos. Carmat debió estudiar esa falla y anunció que el error ya fue reparado.

Con las mejoras implementadas, creen que el corazón artificial nuevo es eficiente y puede salvar a personas que tienen enfermedad cardíaca terminal. La compañia planea llevar a cabo tres trasplantes más en pacientes que están en esa situación.

La creación de órganos artificiales va en camino de transformarse en una solución viable para resolver muchos casos de trasplantes, dada la escasez de donantes y el problema de la compatibilidad. Esta situación pone en peligro o lleva a la muerte a miles de personas que están en lista de espera.

Ya se ha trasplantado una tráquea de siliconas, se creó un hígado y páncreas artificial, y se desarrolló sangre de laboratorio a partir de células madre.

Además, hay otra vía llamada biotrasplante, que es un término medio entre un órgano artificial y uno natural: un corazón donado, por ejemplo, se vacía y se "llena" con células del propio paciente a ser trasplantado.