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COVID-19 y sus secuelas neurológicas

| Foto: GETTY IMAGES

Por Pan-American Life
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Desde el surgimiento de COVID-19 los especialistas se centraron en los efectos inmediatos que podía generar: dolor de cuerpo, fatiga, fiebre, pérdida del gusto y olfato, o problemas respiratorios.

Sin embargo, nuevas investigaciones han revelado la importancia de las secuelas que pueden aparecer a largo plazo, específicamente sobre la función neurológica. En este campo de estudio se han desarrollado distintos trabajos, enfocados tanto en adultos como en niños.

Un estudio publicado en Nature Medicine presentó una evaluación integral de las secuelas neurológicas postagudas de COVID tras un año de la infección:

  • Se analizó a un grupo de 154.068 personas con COVID-19, 5.638.795 como parte de controles contemporáneos (parte del mismo grupo de personas con COVID), y 5.859.621 controles históricos (tratados anteriormente), provenientes de las bases de datos nacionales de atención médica del Departamento de Asuntos de Veteranos de EE.UU.
  • Se estimaron los riesgos y las cargas de los trastornos neurológicos incidentes a los 12 meses posteriores a la infección aguda por SARS-CoV-2. 
  • Los resultados mostraron que en la fase postaguda de COVID-19 hubo un mayor riesgo de secuelas neurológicas, incluidas: accidentes cerebrovasculares isquémicos y hemorrágicos, trastornos cognitivos y de la memoria, trastornos del sistema nervioso periférico, trastornos episódicos (como migrañas o convulsiones), trastornos extrapiramidales y del movimiento, trastornos de salud mental, trastornos musculoesqueléticos, trastornos sensoriales, síndrome de Guillain-Barré y encefalitis o encefalopatía.
  • Los riesgos y las cargas fueron elevados incluso en personas que no requirieron hospitalización durante la fase aguda de COVID-19. 
  • Pocas personas en el estudio habían sido vacunadas contra COVID, dado que las vacunas aún no estaban ampliamente disponibles.
  • Los datos presentados son anteriores a Delta, Ómicron y otras variantes de COVID.

Los autores señalaron que COVID-19 ha contribuido a más de 40 millones de nuevos casos de trastornos neurológicos en todo el mundo. También señalaron que estos problemas se pueden ver en pacientes previamente sanos, sin importar, edad, sexo u origen, ni tampoco hábitos pocos saludables, como fumar.

En referencia a la vacunación, cabe destacar un estudio anterior publicado en Nature Medicine, por Ziyad Al-Aly, que encontró que las vacunas reducen ligeramente, en aproximadamente 20%, el riesgo de desarrollar problemas cerebrales a largo plazo.

En otro estudio, publicado en Brain por Myoung Hwa Lee, se evaluaron a nueve pacientes con COVID-19 que murieron durante la ola inicial de SARS-CoV-2, mediante autopsia cerebral. Los autores utilizaron la inmunohistoquímica para describir la patología vascular, las alteraciones neuroinflamatorias y las reacciones inmunitarias humorales y celulares.

Los investigadores exploraron si un deterioro vascular podría estar asociado con la disfunción de las células endoteliales. Además, buscaron la acumulación de inmunoglobulinas para evaluar si el compromiso de las células endoteliales sería un proceso desencadenado por el sistema inmunitario.


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Los resultados arrojaron que diversas proteínas grandes, como la inmunoglobulina M, que normalmente no atraviesan la barrera hematoencefálica, estaban presentes en las áreas perivasculares de los pacientes fallecidos con COVID-19, lo que mostró el deterioro de la integridad vascular en esos pacientes.

Otra forma de demostrar el impacto que la COVID puede tener sobre la función neurológica se evidencia en el trabajo de Gwenaëlle Douaud, en el que se analizó a un mismo grupo de adultos, mediante escáneres cerebrales, antes y durante la pandemia:

  • El grupo estuvo conformada por 785 adultos de 51 a 81 años, de los cuales 401 contrajeron COVID-19 en algún momento entre los dos escáneres. Casi todos los que enfermaron (96%) tuvieron un caso leve.
  • Los escáneres registraron una mayor pérdida de tejido en áreas específicas del cerebro relacionadas con el olfato y la reducción en el tamaño total del cerebro, en aquellos casos que habían contraído la enfermedad.
  • También se observó que el grupo que enfermó mostró un menor rendimiento en distintas pruebas estándar de agudeza mental.

Aunque la mayoría de estas investigaciones están centradas en adultos y adultos mayores, las secuelas neurológicas relacionados con la COVID no son un fenómeno exclusivo de este grupo etario, tal como evidencia un estudio publicado en Morbidity and Mortality Weekly Report, que vincula la COVID-19 con un aumento en las infecciones bacterianas del cerebro en niños.

Los autores de los distintos estudios citados coinciden en que los gobiernos y sistemas de salud deben desarrollar políticas, estrategias y planes para un mundo posterior a la COVID, que considere y se ocupe de los efectos prolongados que esta enfermedad puede tener sobre el cerebro.

Esta historia se produjo utilizando contenido del estudio original, y de otras investigaciones médicas y fuentes de salud, y salud pública, destacadas en enlaces relacionados a lo largo del artículo.