Salud mental

Lo que comemos, ¿puede afectar cómo nos sentimos?

| Foto: ISTOCK

Por Pan-American Life
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Uno de cada 10 adultos en los Estados Unidos no come la cuota diaria que debiera de frutas y vegetales. Según una tendencia nueva que relaciona la psiquiatría con la nutrición, ésta sería una de las razones por las cuales la depresión ya alcanza niveles epidémicos.

Las frutas y vegetales son las principales fuentes de vitamina B12, la que, según sugieren estudios, ayuda a reducir el daño y a prevenir el achicamiento del cerebro. También son el batallón que provee al organismo de largas cadenas de ácidos grasos omega 3, cuya deficiencia se ha relacionado con mayor riesgo de depresión y de suicidio.

Según explica el doctor Drew Ramsey, pionero de la psiquiatría nutricional, en una entrevista con The New York Times, la dieta y la salud mental están vinculadas a nivel emocional y químico.

Ramsey asegura que la dieta pobre que tienen la mayoría de las personas en los Estados Unidos es el principal factor que está contribuyendo al aumento de casos de depresión. Y esta condición mental es la principal causa de discapacidad en personas de 15 a 44 años, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Al parecer, los adultos se preocupan por lo que comen con la meta de bajar de peso, pero rara vez se piensa —tal vez porque no se tiene información— en aquellos alimentos que mantienen sano a nuestro cerebro.

Ramsey pone como ejemplo a uno de sus pacientes, que llegó a la consulta con un cuadro depresivo leve. El doctor le sugirió que incorporara ostras a su dieta. Las ostras son una popular fuente de vitamina B12.

Con el tiempo, el paciente dijo que cambió su humor, superó su estado depresivo y también una larga adicción al alcohol.

Los expertos aseguran que solo comiendo ostras no se soluciona el problema de salud mental. Pero estudios sobre dieta y cerebro, que son relativamente nuevos, están aportando evidencia que muestra que una buena dieta aleja al trastorno psicológico.

Un estudio realizado en Australia con 12,000 pacientes halló que aquéllos que aumentaron su consumo de frutas y vegetales informaron sentirse más felices y más satisfechos con sus vidas que aquellos que no modificaron sus hábitos alimenticios.

Otro ejemplo son los estudios sobre la dieta mediterránea, rica en granos integrales, legumbres y productos de mar, todos importantes impulsores de neurotransmisores como la serotonina, que regula el estado de ánimo.

Estudios realizados por la doctora Lisa Mosconi en la Women's Brain Initiative del Weill Cornell Medical Center en Nueva York han revelado en imágenes del cerebro femenino que las mujeres que comen más dieta mediterránea lucen más jóvenes, activas y felices, que las que siguen otras dietas.

Un artículo de Harvard Health Publishing define esto claramente al explicar un nuevo grupo de estudios sobre dieta y depresión: “Un patrón dietético caracterizado por un alto consumo de frutas, verduras, cereales integrales, pescado, aceite de oliva, productos lácteos bajos en grasa y antioxidantes, y un bajo consumo de alimentos de origen animal, aparentemente se asocia con un menor riesgo de depresión". 


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Por el contrario, "un riesgo alimenticio caracterizado por un alto consumo de carne roja y/o procesada, granos refinados, dulces, productos lácteos con alto contenido de grasa, mantequilla, papas y salsa con alto contenido de grasa, y un bajo consumo de frutas y verduras, se asocia con un mayor riesgo de depresión".

Comer el "arco iris"

El doctor Ramsey recomienda incorporar color a la dieta, una amplia gama de vegetales y frutas como ajíes, blueberries, batatas, tomates, kale. Alimentos que aportan fitonutrientes que ayudan a desinflamar el cuerpo, incluido el cerebro, y que promueven el crecimiento de nuevas células cerebrales en los años adultos.

El Instituto Nacional de Salud Mental estima que unas 16 millones de personas padecen de depresión en los Estados Unidos. A tres de cada 10 de ellas les costará encontrar una terapia eficaz, y podrían estar en riesgo de sufrir de depresión resistente al tratamiento.

La entidad identifica los siguientes síntomas como las señales de alerta más notorias, aunque pueden no ser las únicas:

  • Un estado de irritabilidad permanente
  • Cambios en el apetito y el peso
  • Trastornos del sueño (puede ser insomnio o dormir mucho)
  • Sentir cansancio o una sensación de lentitud durante el día
  • Tener la energía muy baja
  • Tener sentimientos de culpabilidad, o sentir que nada tiene sentido
  • Problemas con enfocar en una actividad, o perder fácilmente la concentración.  
  • Perder la habilidad de tomar decisiones
  • Tener pensamientos de muerte o suicidio

La depresión es un trastorno complejo que puede tener muchas causas —el abuso infantil, el haber sufrido violencia doméstica— son los escenarios más habituales que suelen desencadenar el trastorno. 

Pero el espectro es mucho más amplio: un accidente, baja autoestima, heridas que no sanan, medicamentos que la persona esté consumiendo por otras afecciones (como betabloqueantes, estatinas, corticoesteroides, medicamentos hormonales), historial familiar de depresión, las posibilidades son tantas que solo un especialista podrá llegar a la fuente y recomendar tratamientos apropiados.

El Estudio SOL (Study of Latinos), que se llevó a cabo por una década en distintas comunidades latinas de los Estados Unidos comprobó que un 27% de los latinos que viven aquí presentan síntomas de depresión.

De todas las comunidades latinas, la que tuvo más síntomas de depresión fue la puertorriqueña, algo que, aseguran expertos, se ha exacerbado tras la tragedia del Huracán María, con más casos en la isla y en los Estados Unidos continental.

Seguramente durante tu chequeo médico anual, tu médico de cabecera te pregunte sobre tu estado de ánimo, pueda detectar señales de alerta, y dar el primer paso en lo que será una cadena de ayuda.

Los siguientes son recursos que la persona con depresión, o un ser querido, pueden utilizar para pedir ayuda e iniciar el camino de regreso a la vida normal:

  • Línea de Prevención del Suicidio: 1-800-273-8255
  • Línea de texto para hablar sobre una crisis: Textear HOME al 741741.
  • Grupo de apoyo para la depresión: 1-800-826-3632
  • Violencia adolescente-línea de apoyo: 1-800-992-2600
  • Línea para personas que escaparon de sus casas (los llamados son confidenciales): 1-800-231-6946
  • Línea para asalto sexual: 1-800-223-5001
  • Línea nacional para violencia doméstica: 1-800-799-SAFE

Fuentes: NYT, FDA, NDMDA, American Psyquiatric Association, CDC 

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