Salud mental

Pegarle a los niños es más perjudicial de lo que parece

| Foto: THINKSTOCK

Por Pan-American Life
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Un reciente estudio de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York,  asegura que las habilidades de lenguaje y problemas de conducta de los niños analizados se relacionan con el castigo físico recibido años atrás.



Puntos Clave

  • Pegarle a los niños puede traerle problemas de conducta y aprendizaje.
  • La capacidad de expresarse se ve afectada en niños que fueron golpeados.
  • Según el estudio,  el 57 por ciento de las mamás y el 40 por ciento de los papás azotaban a sus hijos a los 3 años.


Un estudio recientemente publicado en la revista Pediatrics asegura que los niños de nueve años a quienes sus madres azotaban al menos dos veces por semana a los 3 o a los 5 años de edad eran mucho más propensos a desafiar los límites y violar las reglas y a actuar con agresividad que los niños a quienes no recibían azotes.

Con respecto a la capacidad de expresarse verbalmente, ese mismo estudio asegura que esos niños también eran más propensos a tener una puntuación más baja en las pruebas de vocabulario y de comprensión lingüística si sus papás les daban azotes dos veces o más por semana a los 5 años.

"Hallamos que hay efectos no sólo en el desarrollo conductual que las personas normalmente observan, sino también en los marcadores del desarrollo cognitivo, como la capacidad verbal del niño", apuntó uno de los autores del estudio, Michael MacKenzie, profesor asociado de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York. "Esos efectos eran duraderos. No se trata solo de problemas a corto plazo que desaparecen con el tiempo. Y los efectos eran más potentes entre los que recibían azotes más de dos veces por semana".

MacKenzie describió los hallazgos como "un ladrillo más" en la creciente montaña de investigación que vincula los azotes con la agresividad y los problemas conductuales.

Por otro lado, un estudio anterior logró demostrar que los niños castigados físicamente tienen una predisposición genética a la conducta agresiva. Investigadores canadienses publicaron un estudio que halló que hasta el 7 por ciento de una variedad de trastornos de salud mental en la adultez se asociaban con el castigo físico en la niñez.

"La gente se encuentra con lo mismo una y otra vez", apuntó MacKenzie. "Los azotes podrían ser el factor contribuyente más importante en la mala conducta de los niños". El estudio de la Columbia se enfocó en casi 2,000 niños de 20 ciudades de Estados Unidos.

Cuando los niños tenían 3 y 5 años, los investigadores preguntaron a los padres con qué frecuencia habían azotado a sus hijos en el mes anterior porque el niño se comportara mal. Los investigadores evaluaron la conducta agresiva y el vocabulario de los niños a los 3 y a los 9 años.

Según el estudio,  el 57 por ciento de las mamás y el 40 por ciento de los papás azotaban a sus hijos a los 3 años, mientras que el 52 por ciento de las mamás y el 33 por ciento de los papás reportaron que les daban azotes a los 5 años.

Los niños cuyas madres les azotaban a los 3 y a los 5 años de edad resultaron más propensos a actuar con agresividad y a romper las reglas para los 9 años, hallaron los investigadores.


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"Creo que este hallazgo, que ahora es constante en la literatura de investigación, sorprende a las personas que han utilizado los azotes porque tienden a enfocarse en los resultados que observan de inmediato. Los azotes podrían lograr que el niño deje de hacer lo que está haciendo en ese momento", comentó Catherine Taylor, profesora asociada de salud comunitaria global y ciencias conductuales de la Facultad de Salud Pública y Medicina Tropical de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleáns.

"Incluso si los niños no actúan basados en sus sentimientos negativos de inmediato, ser golpeado no hace que nadie sea feliz", apuntó Taylor, quien no participó en el estudio. "El padre enseña al niño sin querer que golpear, o ser agresivo, es la forma de solucionar los problemas".

Los azotes de los papás no parecieron tener un efecto sobre la conducta posterior. Sin embargo, sí tuvieron un efecto sobre las habilidades lingüísticas de los niños para los 9 años, hallaron los investigadores.

Los niños cuyos papás les azotaban con frecuencia a los 5 años eran mucho más propensos a puntuar bajo en las pruebas que medían su vocabulario receptivo, que es la capacidad de reconocer y comprender las palabras al escucharlas o leerlas.

Este segundo hallazgo "sugiere que cuando los padres (en este caso los papás) golpean a los niños por motivos de disciplina, esto tiene efectos a largo plazos en la capacidad verbal receptiva de los niños", advirtió Taylor.

"Esto, por supuesto, tiene implicaciones para el rendimiento académico y el éxito general en la vida de los niños", señaló.

Los investigadores tienen una idea mucho mejor de por qué los azotes influyen sobre la agresividad que de por qué influye sobre la capacidad de aprendizaje, comentó MacKenzie.

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