Colesterol bueno, colesterol malo

Por Eleazar Lara-Pantin, MD, MSc.*
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Nuestro organismo es capaz de fabricar dos tipos de grasa: los triglicéridos y el colesterol.

Cuando los niveles de ambos tipos de grasa en la sangre se mantienen normales (150 mg/dl y 200 mg/dl, respectivamente), éstas se limitan a cumplir sus importantes funciones para el mantenimiento de la salud y la vida. Cuando nuestra sangre las transporta en mayores cantidades, éstas tienden a acumularse en las paredes de las arterias, produciendo lesiones de las mismas.

¿Qué pasa después?

A medida que las lesiones crecen por el depósito de los triglicéridos, el colesterol y las sales de calcio, la superficie interior de las arterias deja de ser completamente lisa, como lo suele ser. Esto determina que algunos componentes de la sangre reaccionen, lo cual favorece la formación de coágulos que llegan a tapar completamente las arterias afectadas.

Si el bloqueo ocurre en una de las arterias que irrigan el corazón, el producto final puede ser la muerte del músculo cardíaco, que es lo que conoce como un ataque al corazón. Si sucede en una de las arterias que llevan sangre al cerebro, el resultado será un accidente cerebro vascular, con todas sus consecuencias.

Hay diferentes tipos de colesterol


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El colesterol total constituye la suma de los valores correspondientes a sus tres componentes fundamentales. Éstos son: uno conocido como colesterol "bueno" (HDL) y dos llamados colesteroles "malos" (LDL y VLDL).

Así, es posible que dos personas del mismo sexo, talla y edad, con 220 miligramos de colesterol por decilitro en su sangre, tengan riesgos distintos a sufrir un infarto. De estas dos personas, la que tenga cifras mayores de HDL (colesterol bueno) tendrá un riesgo menor, porque éste no solamente no hace daño, sino que también protege de lo que puedan hacer los otros dos.

En esencia, lo deseable es no solamente tener un nivel de colesterol total normal, sino también niveles altos de HDL (no menos de 20% del total) y bajos de LDL y VLDL.

Para esto es recomendable, además de seguir un esquema alimentario saludable, adoptar un programa disciplinado de ejercicios. Se ha demostrado que la actividad física contribuye a aumentar el colesterol bueno (HDL), además del importante papel que juega en el control de otros factores de riesgo, como son el estrés, la obesidad y un estilo de vida sedentario.

*Especialista en Nutrición. Vicepresidente de Desarrollo de Productos de DrTango, Inc.