Salud mental

Pretender ser “cool” puede traer problemas

| Foto: THINKSTOCK

Por vwolman@holadoctor.net
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Para los adolescentes, la presión de ser "cool" es moneda corriente. Sin embargo, esto puede traerle consecuencias en sus relaciones a largo plazo. Un estudio muestra que muchos jóvenes se vuelcan a la cultura del consumo creyendo que los va a hacer sentir mejor consigo mismos y los va a ayudar a hacer amigos, pero a menudo ocurre todo lo contrario. 



De acuerdo a  una nueva investigación realizada por los psicólogos de la Universidad de Sussex, la presión de ser “magnífico” o “cool”, lucir bien y  tener “todo lo que se necesita”, es perjudicial para muchos niños y adolescentes

Según los investigadores, el resultado es una espiral descendente negativa, donde los chicos con bajo bienestar se vuelcan a los valores consumistas, lo cual afecta aún más su estado anímico.

Los niños de alguna forma más inseguros y depresivos serían los que más se dejarían influenciar por la presión de ser vistos por los demás como "cool" les traería más consecuencias negativas que beneficios.

También existen algunas diferencias interesantes entre mujeres y varones en cuanto al tema de la presión social: los síntomas depresivos en los chicos tienden a predecir aumentos en su materialismo, mientras que los síntomas depresivos en las jóvenes tienden a predecir la internalización de la preocupación por la apariencia.

En un estudio realizado en el  Reino Unido durante más de tres años, en el que intervinieron 1,000 chicos de 8 a 14 años, ser rebeldes o “cool”,  tener "cosas interesantes" y verse bien fue considerado como la mejor manera de llegar a ser más popular entre sus iguales.  

Sin embargo, los resultados muestran que valorar estos comportamientos en realidad tiene el efecto contrario: es decir los chicos que se volcaron a la cultura del consumo, vieron empeorarse las relaciones entre ellos y terminan sufriendo socialmente con el paso del tiempo.

Aunque los chicos amables y serviciales con el paso del tiempo fueron más populares, los jóvenes erróneamente predijeron que el camino para “caer bien” era tener una reputación de conducta rebelde, tener cosas “interesantes” y lucir bien, dicen los expertos.

La investigación acaba de ser presentada en la conferencia anual de la Sección de Psicología Social y del Desarrollo de la Sociedad Psicológica Británica.


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El Dr. Matthew Easterbrook, profesor de Psicología en la Universidad de Sussex, presentó  algunos de los hallazgos en la conferencia.  "Nuestros resultados sugieren que los chicos que tienen bajos niveles de bienestar son particularmente propensos a practicar la cultura del consumo, y así entrar en una espiral descendente negativa”,  argumenta.

"La cultura del consumo puede ser percibida como un mecanismo de defensa de los chicos vulnerables, pero es perjudicial para su bienestar."

"Nuestro estudio muestra cómo los valores de la cultura de consumo  se vinculan con los íconos del éxito social en la infancia”, señaló el profesor Robin Banerjee, del Departamento de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Sussex.

"Lo que encontramos fue un ejemplo más de una espiral descendente: los rechazados por sus iguales se volcaron  a la cultura de consumo, lo que en realidad empeoró, en lugar de mejorar, esas relaciones."

El Dr. Mark Wright, profesor de psicología en la Universidad de Brighton, también presentó las conclusiones de un estudio relacionado, que demostró que, aunque perjudicial para ambos grupos, las modelos eran más resistentes que otras mujeres jóvenes a los impactos emocionales de la búsqueda de la apariencia perfecta. El impacto en su bienestar fue mediado en cierta medida por su mayor sentido de pertenencia, según el estudio.

Un grupo de cientificos de Nueva York se propusieron realizar una investigación para determinar a qué se denomina cool y llegaron sí a una lista de calificativos que, al parecer, definen a una persona cool : socialmente deseable, rebelde, en control de sus emociones, no convencional, hedonista, confiada, ente otros.

La reciente investigación es parte de un proyecto más amplio de la Universidad, dirigido por una psicóloga de la Universidad de Sussex, Dra. Helga Dittmar, quien examina de forma sistemática el impacto de los ideales de la cultura de consumo en el bienestar personal y social de los niños.

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