Salud infantil

Los mejores juguetes no son costosos

La característica más importante de un juguete es la capacidad para unir a los padres o cuidadores con el niño, en interacciones divertidas | Foto: ISTOCK

Por Pan-American Life
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Para muchos padres,  la elección de un regalo para sus niños termina siendo la voluntad del fabricante de juguetes o de aparatos electrónicos. Se sienten abrumados por la cantidad de mensajes publicitarios sobre los juguetes o aplicaciones “educacionales” que harán a su hijo más inteligente o que lo prepararán mejor para la escuela. 

Al mismo tiempo, los avances científicos han demostrado la enorme importancia que tiene  lograr un desarrollo temprano de las habilidades mentales del niño.

Es oportuno, en la semana en que muchos padres cumplirán con el sueño de los Reyes Magos, reflexionar antes de tomar una decisión sobre qué comprar.

Un nuevo informe clínico de la Academia Americana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) respalda a los pediatras en sus esfuerzos por aclarar las creencias populares sobre los juguetes y sirve como complemento a otros informes de la AAP sobre preparación escolar, promoción de la lectura, prevención de lesiones, toxicología y pobreza   

Lo que sabemos sobre los juguetes

La característica más importante de un juguete es su capacidad para unir al padre o cuidador con el niño, en interacciones divertidas que son cálidas y ricas en lenguaje, y que apoyan la relación padre-hijo y el desarrollo social, emocional, y cognitivo del niño.


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  • Los juguetes de alta calidad representan la “utilería” para lograr un enfoque común entre padres e hijos. Los juguetes como muñecos y animales pueden facilitar el uso de palabras y narraciones para describir sentimientos y emociones. Las interacciones creativas con esos juguetes también pueden servir para el autocontrol y el desarrollo social y emocional.
  • Los juegos con cubos y rompecabezas sirven para afinar las habilidades motrices, cognitivas y de desarrollo de lenguaje, y también las habilidades relacionadas a los espacios y las matemáticas. 
  • El uso de pelotas en las actividades físicas ayuda al desarrollo motriz, al autocontrol y a la interacción con los amigos, debido a las negociaciones que son necesarias para establecer las reglas de juego.

Despejando mitos

Una buena parte de la publicidad sobre juguetes y aplicaciones no se basa en evidencia científica. Aún más, han surgido preocupaciones sobre daños potenciales a medida que desaparece el límite entre los juguetes y las aplicaciones. Por ejemplo, los añadidos electrónicos y digitales podrían afectar negativamente la interacción entre el cuidador y el niño. Los efectos dañinos del tiempo que pasa un niño frente a una pantalla también son una consideración importante.

Aunque se ha sugerido que la interacción mediática promueve el aprendizaje, no hay evidencia que demuestre que sus posibles beneficios igualen a los de la interacción creativa con juegos tradicionales entre padres e hijos.

Algunas recomendaciones para los padres

  • Un buen juguete no tiene que estar de moda o ser caro. Los mejores juguetes son aquellos que promueven calidez, interacciones verbalmente ricas y momentos de calidad entre el padre o cuidador y el niño.
  • Seleccionen juguetes que ayuden al desarrollo del niño, alienten la exploración y la resolución de problemas, y despierten la imaginación del niño, como marionetas y cubos.
  • La lectura en voz alta y el juego van de la mano para apoyar el desarrollo social, emocional y cognitivo, así como para desarrollar las habilidades de lenguaje y lectura temprana. Use los libros para niños a fin de obtener nuevas ideas de juego, mientras se interacciona con los juguetes.
  • Limite el tiempo que pasan los niños frente a las pantallas digitales, en base a las recomendaciones de la AAP.  Para menores de 18 meses, evite el uso de pantallas. Para niños de entre 18 y 24 meses, seleccione programación de alta calidad. Para niños mayores de dos años, limite el uso de medios a una hora o menos por día, también con programación de alta calidad.

Más información en la Academia Americana de Pediatría (en inglés)