Salud sexual

Transexual quiere volver a ser hombre

| Foto: CAPTURA DE PANTALLA

Por ggarcia@holadoctor.net
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Dice que se cansó de usar maquillaje y tacos, impostar la voz y comportarse como mujer. Pretende que el sistema nacional de salud inglés le subvencione los $22,600 dólares que cuesta la operación para revertir el cambio de sexo.



Cuando vino al mundo hace 30 años lo llamaron Matthew, pero desde siempre tuvo problemas con su sexualidad. Sufrió el acoso de sus vecinos de Chesterfield, la localidad inglesa donde creció, su malestar fue en aumento y se refugió en la comida para aplacar su desaliento, y alcanzó las 364 libras (165 kg).

A los 20 ya se vestía como mujer, inspirándose en la modelo Katie Price, de quien siempre admiró su belleza y glamour. En 2008, el sistema nacional de salud inglés (NHS) cubrió los $16,000 dólares que costó la transformación de quien hoy es Chelsea Attonley. El tratamiento incluyó hormonas, una cirugía de implante de senos y la remoción de su pene.

Sin embargo, tras 7 años de lidiar con tacones y cosméticos, Chelsey admite estar cansada. Encuentra extenuante vestirse y “hacer de mujer” y siente que vive en una mentira ya que nunca fue aceptada socialmente como una mujer real. Por eso desea hacerse una nueva operación que elimine sus prótesis mamarias y revierta la cirugía que extirpó su miembro viril.

Pero volver a ser el Matthew de la infancia cuesta $22,600 dólares y pretende que el NHS se haga cargo nuevamente de esos gastos que no puede afrontar. Dice que por su estado de ánimo no puede trabajar y no ve mal que el sistema de salud cubra la operación que la ayude a ser feliz. 

El sueño de Chelsea parece lejano, ya que según declaró Alex Wild, director de la administradora de seguros Alliance, el NHS no debería hacerse cargo de este costo, ya que es crucial usar esos fondos en otros asuntos, en lugar de atender “ridículas operaciones relacionadas con la vanidad”. 

El caso de Chelsea no es el primero. Hubo otro en Australia que fue difundido por la cadena televisiva ABC con el nombre de Boy Interrupted y cuenta la historia de Alan Finch, nacido en 1967, quien en 2003 declaró que quería ser mujer. Desde niño había sufrido humillaciones por su apariencia delicada, y se sometió a un cambio de género donde le extirparon su pene y escroto y le crearon una falsa vagina.

Pero con su nueva identidad, Helen, como decidió llamarse, no logró la felicidad. Al tiempo se relacionó sentimentalmente con una mujer y resolvió recuperar su sexo original. Se cree que esta distorsión en su personalidad fue por tener un padre violento y abusador, y esa mala imagen lo llevó a odiar la masculinidad.

El psiquiatra Sander Breiner, psiquiatra de NARTH (National Association for Research & Therapy of Homosexuality) explica que la disforia de género, como se conoce clínicamente a quienes no están conformes con el sexo con el que vinieron al mundo, es causada por problemas psicológicos más que por causas genéticas o aberraciones físicas. Por eso la distorsión de la imagen que sufren algunos no se puede resolver manipulando sus órganos en cirugías o suministrando hormonas. 


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Es importante realizar evaluaciones psicológicas a los pacientes para entenderlos bien, opina el experto. Cuando un adulto no está conforme con su apariencia, hay algún problema de índole psicológica, y se agrava cuando llega a un nivel tal como para querer pasar por una cirugía destructiva.

El Instituto Nacional de Salud Mental de EEUU encuestó a un grupo de hombres que querían o se habían sometido a un cambio de sexo. En el 54% de los casos se demostró una ausencia de padre en la infancia, 37% de los encuestados  no ruvieron un modelo masculino adulto y el 60% reveló haber tenido un padre distante desde el punto de vista psicológico. Muchos de los encuestados manifestaron que no ser aptos para el deporte también condicionó la elección.

La famosa tenista Renée Richards (foto arriba), nacida en Nueva York como Richard Raskind, hoy tiene 80 años y es uno de los transgéneros más famosos. En 1975, la Corte Suprema de Nueva York la declaró mujer después de haber recibido hormonas y una operación de cambio de sexo.

Sin embargo, admite sentirse una mujer imperfecta y considera que lo mejor es tratar la compulsión y la depresión que trae la confusión de género. Y a todos los que le escriben para pedir consejos sobre la operación, trata de desalentarlos y manifestar su desacuerdo. Y sabe por qué lo dice.